Adoración Eucarística: Pasar tiempo con Jesús

Por Karen Riobo

La Adoración Eucarística es una de las prácticas más importantes en nuestra Iglesia Católica. Durante la adoración, alabamos y pasamos tiempo con el cuerpo, la sangre, el alma y la divinidad de Jesucristo, nuestro Rey y Salvador. Pasar tiempo en adoración puede traernos paz, consuelo, alegría y sanación. Es cierto que Dios se encuentra en todas partes e incluso en el silencio de nuestro corazón podemos estar en Su presencia, pero la Eucaristía es Jesús mismo. Qué regalo es poder visitar a Jesús todos los días de nuestras vidas.

Pasar tiempo con Jesús.

Fuimos hechos para una relación, al igual que la Trinidad, el amor entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo es compartido entre ellos y también con nosotros. Podemos participar de ese amor creativo, sanador y sobrenatural diariamente en oración ante el Santísimo Sacramento. Jesús quiere saber qué hay en nuestros corazones y desea que compartamos nuestra vulnerabilidad con Él. Al pasar tiempo ante el Santísimo Sacramento podemos ser sanados, podemos recibir dirección y simplemente podemos abrir nuestro corazón a nuestro amigo.

Entregar nuestras cargas, pensamientos y situaciones a los pies de Jesús puede ayudarnos a recibir a cambio la paz que necesitamos. Pasar tiempo con Jesús puede ayudarnos a cambiar nuestro estado de ánimo, mientras nos vaciamos para recibir todas las gracias que Dios nos ha dispuesto ese día.

Tener una relación intencional con Dios cambia nuestros corazones de piedra en corazones de carne con el tiempo. Al escuchar a nuestro Señor decir la verdad a nuestros corazones, Él puede inspirar soluciones a nuestros problemas y suplir nuestras carencias.

Cada vez que vamos a la adoración, estamos diciendo SÍ a la invitación de Dios de estar con Él, de recibir Sus gracias. Te animo a seguir los impulsos del Espíritu siempre que sientas la idea de pasar tiempo con Jesús en adoración.

Identificar obstáculos para pasar tiempo con Jesús.

Perfeccionismo: No existe una manera correcta o incorrecta de pasar tiempo con Jesús, la visita puede depender de tu estado de ánimo; a veces simplemente tenemos ganas de sentarnos en la habitación durante una hora mirando a Jesús disfrutando de su bondad, y otras veces tal vez queramos rezar el Rosario, leer un libro, leer las Escrituras, trabajar en una carta, escribir en nuestro diario o leer un devocional. No importa cómo el Espíritu te guíe, ¡preséntate! Jesús sólo quiere estar contigo.

Estructura: si quieres convertirlo en una rutina, organízate y crea un cronograma para tu “hora santa”. Puede comenzar con una oración de acción de gracias, luego dedicar tiempo a la oración intencional con sus necesidades y deseos y luego escribir en un diario. Por último, quédate en silencio preguntando como Samuel “Habla, tu siervo escucha”. 1 Samuel : 3 .

No creer en la presencia real: crecí yendo con mi mamá los jueves a nuestra parroquia y seguía todo lo que ella hacía. Me arrodillaba y tocaba el suelo con la frente, rezaba con ella el rosario y me quedaba quieto. En aquel entonces, no era plenamente consciente de la presencia real de Jesucristo. Sabía que la custodia representaba algo sagrado y teníamos que ser reverentes, pero mi corazón y mi mente no estaban completamente conectados con esta realidad. Estaba haciendo las cosas por costumbre. La buena noticia es que Dios nos encuentra donde estamos. Él ve plenamente nuestros corazones.

A medida que crecía en mi fe y, más importante aún, en mi relación con el Señor, comencé a preguntarle al Señor si en verdad era Él; Quería estar seguro de ello. No tengo fecha ni hora exacta pero sucedió cuando un día comencé a orar mientras me dirigía a recibirlo durante la comunión, el Magnificat. Esto no fue sugerido por nadie, sino el Espíritu Santo,

La oración comienza así:

Mi alma proclama la grandeza del Señor,

mi espíritu se regocija en Dios mi salvador

porque ha mirado con favor a su humilde siervo.

Lucas 1:46-55

Mi alma en verdad estaba alabando a Dios, al reconocer que estaba a punto de recibirlo y recordar quién es Él para nosotros, para mí. No creer plenamente que la Eucaristía es el cuerpo, la sangre, el alma y la divinidad de Jesús podría ser un obstáculo para una oración más intencional y para ser vulnerable a Dios. Pídele que se revele a ti.

Ocupación: es otro obstáculo, tal vez estemos demasiado ocupados para darle a Jesús una hora de nuestro tiempo, sin darnos cuenta de que esa hora de gracia hará una diferencia en el fluir de nuestros días. Para empezar, haz tiempo en tu agenda para estar con Jesús al menos una vez a la semana. No se trata de cantidad sino de calidad.

Todas las relaciones necesitan esfuerzo de nuestra parte y conocer a Dios, Su plan para nosotros, y para ser completamente transformados y completos, debemos convertirnos en Marías y no en Martas. Pasar tiempo a los pies de Jesús hace toda la diferencia en nuestro viaje al Cielo; después de todo, estamos llamados a la santidad y Jesús es el único camino hacia el padre. Si lo vemos, vemos a Dios. (Juan 14:9)

Espero que esta pueda ser tu invitación de Jesús a crecer en amistad con Él.

¿Cómo ha cambiado tu vida pasar tiempo en Adoración?