“¡Estén atentos! ¡Estar alerta!
No sabes cuándo llegará el momento”.
Muchos de nosotros tenemos, o hemos tenido, un perro como mascota que vendría corriendo a recibirnos después de un largo día. El tiempo separados de nosotros debe haber sido insoportable, a juzgar por la felicidad incontenible que sienten al vernos. Podría haber pasado el tiempo masticando zapatos y rebuscando en la basura, sólo porque no sabía qué más hacer sin nosotros allí. No quería compararnos con los perros, pero admitamos que a veces nuestro comportamiento no es mucho mejor. Al sentir la ausencia de Dios, llenamos nuestra vida de pecado. Como sociedad, incluso nos volvemos propensos a intentar reemplazar a Dios y convertirnos en nuestros propios árbitros de la verdad y la justicia. Esto se ha vuelto especialmente evidente en 2020. Tal como han ido las cosas este año, es posible que nos estemos preguntando: “Si el Señor no viene pronto, ¿cuándo vendrá?” Los presentadores de programas de entrevistas están tratando de adoctrinarnos en una nueva moralidad que es opuesta a las enseñanzas de la Biblia. Sin exagerar, las autoridades nos dicen a muchos de nosotros dónde podemos ir, cuándo podemos ir y qué debemos ponernos en la cara cuando vayamos. ¿Es este el final? Tal vez tal vez no. La verdad que importa es simplemente que Cristo puede regresar mañana. Y al menos, definitivamente nos llamará para que regresemos a casa durante nuestra propia vida. Otro hecho es que muchas sociedades han pasado por cosas peores que las que estamos pasando ahora. No obstante, debemos estar atentos aunque sólo sea para demostrar nuestro amor por Jesús. Pero ¿qué significa para nosotros, los humanos, esperar y ser fieles? Significa continuar siguiendo los mandamientos de Dios en amor. Ama a Dios con todo tu corazón, mente y alma, y ama a tu prójimo como a ti mismo. Si alguna vez te resulta difícil amar en cualquier situación, no temas invocar a Dios incluso en medio de tu ira, miedo o cualquier otra cosa con la que estés lidiando. Él está allí cada vez que lo invocamos. Tiene sentido, entonces, que él exija de nosotros el mismo tipo de fidelidad.